jueves, 28 de agosto de 2025

No siempre necesitamos pensar en positivo

Gracias a tantas redes sociales hay muchos psicólogos que se dedican a promocionar sus servicios y a compartir información por estos medios. Algunos van orientados a pacientes y público general, otros son más para los colegas que puedan tener menos experiencia, pero todos aportan algo.

Sin embargo, también hay un tipo de publicaciones en las que muchos llegamos a caer, y son aquellas publicaciones que parecen invitarnos a pensar en positivo siempre. Frases como "No mires lo negativo, solo enfócate en lo positivo", "cada problema es una lección disfrazada" o "si sonríes lo suficiente, tus problemas desaparecerán". 

Y es que, si suena muy bien la idea de no sentirnos mal, pero esto es claramente imposible. La realidad más bien es que la terapia nos enseña a relacionarnos de forma más saludable incluso con emociones y experiencias desagradables. 

Cuando aprendemos a observar nuestros pensamientos negativos sin juzgarnos, podemos identificar creencias poco útiles, reducir ansiedad y tomar decisiones más conscientes. No se trata de eliminar la tristeza o la frustración, sino de aprender a convivir con ellas y responder de forma que nos acerque a lo que realmente queremos.

Ir a terapia es un espacio seguro para explorar lo que sentimos, reflexionar y crecer. Pensar positivo puede ser un recurso útil, pero la verdadera transformación viene de aceptar nuestra realidad emocional y actuar desde ahí.

Sin embargo, esta idea de pensar siempre en positivo tiene varios orígenes y no podemos decir que alguien sea algo así como el "autor" de esta idea, pues nos podemos encontrar con:

·       Fuentes de autoayuda y pensamiento motivacional

·       Cultura popular y social

·       Interpretación simplista de lo que es la psicología

En pocas palabras, es como si todo esto se revolviera para dar paso a la idea de alcanzar un deseo, el de dejar de sufrir, que el de entendernos a nosotros mismos y aprender a relacionarnos con ese dolor

 

Y es que no es difícil responder a la pregunta: “¿Quién quisiera dejar de sufrir?”




¿Por qué no deberíamos dejarle a los pacientes la tarea de reconocer a un buen psicólogo?

 


Hace unos días, mientras navegaba por Facebook, vi una pregunta que me dejó pensando:
“¿Cómo puedo saber si un psicólogo es bueno?”

Y aunque parece una duda simple, en realidad revela algo más complejo y preocupante.

La psicología, al menos la que busca sostenerse en evidencia científica y principios éticos, está siendo invadida por una mezcla de términos, discursos y prácticas que poco tienen que ver con ella. Hoy es fácil encontrar en redes a personas que ofrecen “terapia” cuando en realidad lo que hacen está más cerca de la pseudociencia que de la psicología.

Y entonces me surgió la pregunta:
¿De verdad queremos que una persona que está atravesando ansiedad, depresión, insomnio o alguna otra dificultad emocional, sea quien tenga que investigar, filtrar, distinguir y evaluar si quien le atiende es profesional y ético?

Porque seamos honestos: alguien que se siente mal no siempre tiene la claridad o la energía para ponerse a hacer todo ese análisis y desde mi punto de vista, ni siquiera tendría por qué hacerlo.

Por eso, más que dar herramientas al público para identificar a un “buen psicólogo”, quiero hacer un llamado a mis colegas. A quienes ejercen la clínica, enseñan en universidades o divulgan contenido en redes:


No basta con parecer profesionales, tenemos que serlo. Y eso empieza por ejercer con ética.


Porque cuando ofrecemos nuestros servicios a gente que lo necesita, debemos ofrecerles lo mejor para cada situación, aquello que se respalde con evidencia de ser efectivo.

El código de ética no se queda en el consultorio. También se refleja en cómo hablamos de lo que hacemos, en cómo nos mostramos públicamente y en cómo cuidamos el lenguaje.
No se trata de hacer “psicoeducación” con memes vacíos o frases recicladas, sino de construir puentes reales entre el conocimiento psicológico y las personas que buscan ayuda.

Al final, creo que esa es una forma concreta de ejercer con compromiso: no esperando que los pacientes aprendan a protegerse, sino ejerciendo de tal forma que no tengan que hacerlo.

¿Todo lo que se llama “terapia” es psicología?

En los últimos años ha habido un boom de las llamadas terapias alternativas : arteterapia, musicoterapia, terapia con flores, cromoterapia, ...