miércoles, 3 de septiembre de 2025

¿Todo lo que se llama “terapia” es psicología?



En los últimos años ha habido un boom de las llamadas terapias alternativas: arteterapia, musicoterapia, terapia con flores, cromoterapia, gemoterapia… La lista es larga y puede darnos la idea de que todas ellas son capaces de hacernos sentir mejor, incluso al grado de pensar que podrían sustituir a la psicoterapia.

Pero ¿qué tanto de esto es realmente parte de la psicología?


¿Por qué estas prácticas nos hacen sentir bien?

Actividades como pintar, salir a tomar fotografías, aprender un instrumento o practicar danza tienen algo en común: nos sacan de la rutina. Cambiamos de entorno, desarrollamos nuevas habilidades y obtenemos lo que solemos llamar un “cambio de aires”.

Y está bien. Se vale hacerlo. Estas experiencias pueden mejorar nuestro estado de ánimo, ayudarnos a relajarnos y hasta aportar un sentido de satisfacción personal.

Sin embargo, sentirnos mejor no es lo mismo que hacer psicoterapia.


Psicoterapia vs. terapias alternativas

Las terapias alternativas no forman parte de la psicología. Su origen está en otras disciplinas, como el arte, la música o la filosofía espiritual. Por eso, aunque puedan tener valor, no son métodos terapéuticos en sí mismos.

Aquí está la diferencia central:

  • Psicoterapia → busca resolver un problema psicológico, enseñar herramientas, generar cambios duraderos y lo hace con base en evidencia científica.

  • Terapias alternativas → promueven la expresión, la creatividad o la conexión personal, pero no tienen como objetivo estructurado resolver problemas clínicos.

Un ejemplo claro es la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), en la cual estoy entrenado. Su propósito no es solo disminuir el malestar, sino enseñar estrategias para que la persona pueda afrontar sus problemas de manera más efectiva y con menor necesidad de terapia a largo plazo.


¿Entonces las terapias alternativas no tienen valor?

No es tan sencillo. Decir que no son psicología no significa que sean inútiles. Muchas de estas prácticas pueden encajar con los intereses, gustos o creencias de una persona, y en ese sentido se convierten en recursos valiosos dentro de un proceso psicoterapéutico.

La clave está en no confundirlas. Por sí solas no sustituyen la psicoterapia, pero sí pueden ser aprovechadas como complemento, siempre que se usen con claridad sobre sus alcances.


Lo importante no es desacreditar las terapias alternativas, sino reconocer su lugar. Pueden aportar bienestar, pero la psicoterapia es la que realmente ayuda a comprender, transformar y resolver los problemas psicológicos de manera profunda.


La diferencia es clara: las terapias alternativas pueden acompañar, pero la psicoterapia es la que realmente genera un cambio.

jueves, 28 de agosto de 2025

No siempre necesitamos pensar en positivo

Gracias a tantas redes sociales hay muchos psicólogos que se dedican a promocionar sus servicios y a compartir información por estos medios. Algunos van orientados a pacientes y público general, otros son más para los colegas que puedan tener menos experiencia, pero todos aportan algo.

Sin embargo, también hay un tipo de publicaciones en las que muchos llegamos a caer, y son aquellas publicaciones que parecen invitarnos a pensar en positivo siempre. Frases como "No mires lo negativo, solo enfócate en lo positivo", "cada problema es una lección disfrazada" o "si sonríes lo suficiente, tus problemas desaparecerán". 

Y es que, si suena muy bien la idea de no sentirnos mal, pero esto es claramente imposible. La realidad más bien es que la terapia nos enseña a relacionarnos de forma más saludable incluso con emociones y experiencias desagradables. 

Cuando aprendemos a observar nuestros pensamientos negativos sin juzgarnos, podemos identificar creencias poco útiles, reducir ansiedad y tomar decisiones más conscientes. No se trata de eliminar la tristeza o la frustración, sino de aprender a convivir con ellas y responder de forma que nos acerque a lo que realmente queremos.

Ir a terapia es un espacio seguro para explorar lo que sentimos, reflexionar y crecer. Pensar positivo puede ser un recurso útil, pero la verdadera transformación viene de aceptar nuestra realidad emocional y actuar desde ahí.

Sin embargo, esta idea de pensar siempre en positivo tiene varios orígenes y no podemos decir que alguien sea algo así como el "autor" de esta idea, pues nos podemos encontrar con:

·       Fuentes de autoayuda y pensamiento motivacional

·       Cultura popular y social

·       Interpretación simplista de lo que es la psicología

En pocas palabras, es como si todo esto se revolviera para dar paso a la idea de alcanzar un deseo, el de dejar de sufrir, que el de entendernos a nosotros mismos y aprender a relacionarnos con ese dolor

 

Y es que no es difícil responder a la pregunta: “¿Quién quisiera dejar de sufrir?”




¿Por qué no deberíamos dejarle a los pacientes la tarea de reconocer a un buen psicólogo?

 


Hace unos días, mientras navegaba por Facebook, vi una pregunta que me dejó pensando:
“¿Cómo puedo saber si un psicólogo es bueno?”

Y aunque parece una duda simple, en realidad revela algo más complejo y preocupante.

La psicología, al menos la que busca sostenerse en evidencia científica y principios éticos, está siendo invadida por una mezcla de términos, discursos y prácticas que poco tienen que ver con ella. Hoy es fácil encontrar en redes a personas que ofrecen “terapia” cuando en realidad lo que hacen está más cerca de la pseudociencia que de la psicología.

Y entonces me surgió la pregunta:
¿De verdad queremos que una persona que está atravesando ansiedad, depresión, insomnio o alguna otra dificultad emocional, sea quien tenga que investigar, filtrar, distinguir y evaluar si quien le atiende es profesional y ético?

Porque seamos honestos: alguien que se siente mal no siempre tiene la claridad o la energía para ponerse a hacer todo ese análisis y desde mi punto de vista, ni siquiera tendría por qué hacerlo.

Por eso, más que dar herramientas al público para identificar a un “buen psicólogo”, quiero hacer un llamado a mis colegas. A quienes ejercen la clínica, enseñan en universidades o divulgan contenido en redes:


No basta con parecer profesionales, tenemos que serlo. Y eso empieza por ejercer con ética.


Porque cuando ofrecemos nuestros servicios a gente que lo necesita, debemos ofrecerles lo mejor para cada situación, aquello que se respalde con evidencia de ser efectivo.

El código de ética no se queda en el consultorio. También se refleja en cómo hablamos de lo que hacemos, en cómo nos mostramos públicamente y en cómo cuidamos el lenguaje.
No se trata de hacer “psicoeducación” con memes vacíos o frases recicladas, sino de construir puentes reales entre el conocimiento psicológico y las personas que buscan ayuda.

Al final, creo que esa es una forma concreta de ejercer con compromiso: no esperando que los pacientes aprendan a protegerse, sino ejerciendo de tal forma que no tengan que hacerlo.

sábado, 19 de julio de 2025

¿Cómo saber si tengo que ir a terapia?

 


En estos días por fin he tenido algo de tiempo libre, así que decidí darme una vuelta por Twitter, ahora X y una publicación me llamo la atención. Un usuario preguntaba cuándo o como se sabe si debemos acudir a terapia, y hacía alusión a que cada vez es más común en redes que si alguien no piensa como otra persona, lo primero que le digan es que debe ir a terapia. Y bueno, siempre es buen consejo, pero dado que aún existe un estigma muy fuerte hacia la salud mental, ¿cómo sabemos cuándo alguien nos lo dice de buena manera?

Y es por eso que decido hacer esta publicación, para ti que me estas leyendo y que quizá tenías esta misma duda.

No tiene que pasarte algo "grave" para ir a terapia. A veces es solo una sensación rara, como si algo no encajara. Si te identificas con alguna de estas, quizá te haga bien hablar con alguien.

1. Estás triste o con ansiedad casi todo el tiempo
Hay días malos, claro. Pero cuando se vuelve la norma, cuando ya no sabes cómo salir de ahí... algo está pasando.

2. Te cuesta llevarte bien con los demás, incluso con los que quieres
No sabes bien por qué, pero te molesta todo o te alejas. Y aunque intentas no hacerlo, no lo controlas del todo.

3. El estrés ya no es algo momentáneo, está siempre
Como si todo fuera demasiado. Lo cotidiano se siente pesado. Cosas que antes no te afectaban, ahora sí.

4. Lo del pasado sigue regresando
Recuerdos, momentos, emociones que no se van. Te distraes, pero vuelven. Y ya no sabes si es normal.

5. Has cambiado, pero no sabes bien en qué momento
Ya no haces lo que antes disfrutabas, te aíslas o sientes raro contigo mismo. No es que estés mal, solo... distinto.

miércoles, 16 de julio de 2025

¿Qué es la Terapia Cognitivo-Conductual y cómo puede ayudarte?

Si alguna vez has escuchado hablar sobre la terapia cognitivo-conductual, o TCC, pero no estás muy seguro de qué trata, aquí te lo explico de manera sencilla.

Esta terapia se basa en la idea de que lo que pensamos influye mucho en cómo nos sentimos y en lo que hacemos. A veces, sin darnos cuenta, tenemos pensamientos automáticos que no son muy útiles o incluso nos hacen sentir peor. La TCC busca ayudarte a identificar esos pensamientos y a cambiarlos por otros que te hagan sentir mejor y tomar decisiones más saludables.

¿Cómo funciona? Pues el terapeuta y tú trabajan juntos para descubrir esos patrones de pensamiento y conducta que no te benefician, y poco a poco vas aprendiendo nuevas formas de pensar y actuar que te ayudan a vivir con menos estrés, ansiedad o tristeza.

Entre las cosas buenas que puede traer la TCC están:

  • Sentirte menos ansioso o deprimido.

  • Tener más confianza en ti mismo.

  • Aprender a manejar mejor las emociones y las situaciones difíciles.

Si quieres probar una forma práctica y comprobada para mejorar tu bienestar mental, esta terapia es una gran opción.

 

No tienes que estar mal para ir a terapia: el poder de conocerte y crecer

Cuando pensamos en la palabra “terapia”, es común que la relacionemos con momentos difíciles: ansiedad, tristeza, crisis emocionales o situaciones que nos superan. Y aunque es cierto que la terapia puede ayudar a superar todo eso, también puede ser un espacio para crecer, conocerte mejor y potenciar tus habilidades.

¿Qué pasa si no me siento mal, pero quiero mejorar?

Muchas personas sienten curiosidad por ir a terapia, aunque no estén pasando por una crisis. Tal vez quieren comunicarse mejor, manejar el estrés de forma más saludable o simplemente entenderse a sí mismas. Y eso es totalmente válido.

Ir a terapia no siempre se trata de resolver un “problema”, sino de invertir en tu bienestar. Así como vamos al médico para un chequeo general, también podemos acudir a un psicólogo para fortalecer nuestro mundo emocional.

La psicología también es preventiva

La psicología positiva es un enfoque que no se centra solo en aliviar el malestar, sino en aumentar el bienestar. Ayuda a descubrir tus fortalezas, mejorar tus relaciones, establecer metas significativas y vivir con mayor plenitud. No necesitas sentirte mal para empezar a trabajar en ti.

Un primer paso vale mucho

A veces basta con sentir que “algo puede mejorar” para tomar la decisión de buscar acompañamiento terapéutico. No se trata de tener todas las respuestas, sino de estar dispuesto a iniciar el camino.

Si alguna vez has pensado en ir a terapia aunque no sepas exactamente por qué, eso ya es una señal valiosa. No lo ignores. Tu bienestar también merece espacio y atención, incluso cuando “todo parece estar bien”.

¿Te gustaría conocerte mejor, crecer y trabajar en ti? Este puede ser el momento ideal para empezar.

¿Todo lo que se llama “terapia” es psicología?

En los últimos años ha habido un boom de las llamadas terapias alternativas : arteterapia, musicoterapia, terapia con flores, cromoterapia, ...